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sábado, 18 de febrero de 2012

Triduo de las Cuarenta Horas

“Dios está aquí”




La oración eucarística de las Cuarenta Horas se extendió rápidamente desde Milán, en 1537, y otras ciudades italianas, a París en 1574, a Lyon en 1576, a Roma en 1592, a Annemasse y a Thonon en 1597-1598, por iniciativa de San Francisco de Sales; a Bruselas en 1624. Los Frailes Menores, por encargo de Urbano VIII, mediante un Breve de 1624, las difunden en España (Chiappini 378).

Esta devoción se extiende también a Hispanoamérica, a los Países Bajos, Alemania, Polonia y a todas las naciones cristianas. En los Estados Unidos, las Cuarenta Horas, introducidas a mediados del siglo XIX por el obispo Neumann, fueron establecidas para toda la nación en el Concilio plenario de Baltimore, en 1875 (Cargnoni 2722).

Las Cuarenta Horas, en la segunda mitad del XVI, se celebran en algunos lugares antes de iniciarse la Cuaresma, con un sentido de reparación por los pecados cometidos en esos días de Carnaval y como preparación inmediata al penitente tiempo cuaresmal (AdS 1918,2: 22). Recordemos en esto que las tres estaciones de San Gregorio Magno, suplicantes y penitenciales, también tenían lugar antes de comenzar la Cuaresma.

Esta celebración de las Cuarenta Horas durante el Carnaval, con una motivación netamente reparadora, fue costumbre promovida especialmente por la Compañía de Jesús siguiendo, según parece, indicaciones hechas por San Ignacio en su lecho de muerte. Esta santa práctica venía a ser así como un eco del «contra-carnaval» promovido por Savonarola en Florencia (+1497) y continuado por los dominicos que seguían su inspiración.

La celebración de las Cuarenta Horas es una celebración de toda la Iglesia. En todo el mundo los cristianos se unirán para adorar al Santísimo Sacramento. En su origen los cristianos necesitaban expresar de algún modo aquél tiempo que Jesús estuvo sepultado, desde su muerte en la cruz hasta su resurrección en domingo. Es ésta una celebración que ha de unir a toda la Iglesia en un mismo sentir: el de adorar a Nuestro Señor Jesús, vivo realmente presente en el Sacramento Eucarístico.

Estos días nos sirven para acercarnos más a Jesús, entrar en Su intimidad. Jesús quiere colmarnos de bendiciones pero debemos acudir a Él. “Venid a Mi los que estáis cansados y agobiados que Yo os aliviaré”. Pero esta ocasión es especial. Es para acompañar a Jesús que tantas veces es olvidado, despreciado o negado. Es una gran oportunidad para estar con Él y que la comunidad de fe de la parroquia se llene de las gracias, la vida, los beneficios que nos da la adoración eucarística.

El Santísimo estará expuesto en nuestra parroquia el domingo, después de la misa, hasta las 6 de la tarde. También lunes y martes desde la mañana hasta las seis de la tarde y terminará cada día con el rezo de las vísperas (el martes estará expuesto hasta la hora de misa). Tenemos al Santísimo expuesto en nuestra comunidad durante más tiempo de lo habitual, tenemos que dar gracias por este regalo y también dar una buena respuesta ante la grandeza del milagro de que Jesús está presente ahí. El va a estar más cerca estos días y nosotros siempre tenemos necesidad de Él. No podemos quedarnos indiferentes. Hay que aprovechar estos días, que sean días de adoración especiales para estar con Jesús, para pedirle, dar gracias y acompañarle. Él siempre está con nosotros.

En mi opinión toda la comunidad cristiana del pueblo debe estar ahí porque aunque es la adoración un acto de cada persona esta celebración tiene un carácter comunitario y creo que toda la comunidad cristiana, si participa, se beneficiará mucho.

“Tened por cierto el tiempo que empleéis con devoción delante de este divinísimo Sacramento, será el tiempo que más bien os reportará en esta vida y más os consolará en vuestra muerte y en la eternidad. Y sabed que acaso ganaréis más en un cuarto de hora de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado que en todos los demás ejercicios espirituales del día.”  San Alfonso María de Liborio

Oración de San Alfonso María Ligorio

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en esta iglesia.

Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.


Luis Pastor Grau


Bibliografía:

http://www.gratisdate.org/nuevas/oracaflic/orac.aflic.ch7.html
http://www.manantialdivino.com/id810.html

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